Día 16. El silencio, la quietud, la calma y la sencillez de la vida.

Día 16. El silencio, la quietud, la calma y la sencillez de la vida.

DÍA 16. 6 de abril del 2020.

Hoy cumplo 16 días de completo encierro. Siguen pasando muchas cosas, aunque parece que no pasa nada. La sutileza de la vida me inunda, el silencio, la quietud, la naturaleza se han posesionado de mi ser. Cada día que pasa dedico mucho tiempo a observar las montañas, como si crearan un efecto hipnótico en mi, no me canso de verlas, no me canso de admirarlas, de observar a los pájaros, escuchar sus cantos desde el amanecer, ver salir el sol detrás de las montañas, admirar el atardecer con sus colores dorados y rosados dejando un gran brillo en los picos nevados.

Cada día es como un poema que la naturaleza me dedica, incluso los changos que brincan en mi balcón y me asustaban al principio, ahora hasta me hacen caras y me dan risa, las águilas que vuelan alto y bajo en círculos, van y vienen como si me saludaran.Cada día me admiro más de la magnificencia, de la imponencia, de lo maravillosa y perfecta que es la naturaleza, es como estár en un transe de Peyote o de Ayahuasca pero sin haberlos consumido. Es tanta la belleza y la simplicidad que me doy cuenta de que todo es perfecto.

Me parece increíble que muchas veces vamos por la vida ciegos a las maravillas que nos ofrece la pachamama.

Llevo días escuchando música dedicada a la madre tierra, ayer incluso me nació del corazón dedicarle a la naturaleza una canción a todo volumen, desde la azotea del hotel donde me hospedo, siento que me escucha, que sabe lo que le quiero decir. Está viva, se está sanando, nos está sanando también.

Ahora estoy convencida de que una fuerza mayor me trajo aquí, por momentos siento que realmente que soy hija de estas montañas, me dan mucha paz, es como estar completamente abrazada y protegida por ellas. 

Con los días me he dado cuenta de que he desarrollado la habilidad de construir mi hogar en mi corazón, y en cualquier lugar puedo encontrar la forma de sentirme como en casa, ya no es una construcción de 4 paredes y un techo, o un lugar específico, o un país. Ahora me he percatado de que no extraño nada ni a nadie, tengo lo mínimo indispensable y con eso me basta.

Me sorprendo yo misma de ver con cuánta facilidad puedo estar encerrada en una habitación de hotel y sentirme igual que cuando estoy encerrada en mi habitación de mi casa.

Lo chistoso es que ahora paradójicamente cada vez me siento más libre, mi sentido de pertenencia lo llevo conmigo a donde quiera voy, me pertenece a mi, a nada, ni a nadie más, ahora puedo encontrar un sentimiento de familiaridad en las cosas más simples.

Cuando pienso que llegará el momento en que me tenga que ir y despedir de todo, de este lugar, de esta habitación, de estas montañas y de todo lo que me acompaña en este encierro, me da un poco de nostalgia. No me quiero ir, al menos no pronto.

Desde que comí peyote por primera vez hace más de 25 años supe que todo en esta tierra tiene vida; los árboles, el aire, las nubes, las montañas, el agua, y que habita un espíritu en cada uno de ellos, pero nuestra visión humana no está capacitada para verlo ni para sentirlo fácilmente, sólo las plantas con poderes espirituales te ayudan a despertar esta capacidad. Gracias a esa experiencia siendo tan joven entendí que mi mente y mi visión eran muy limitadas.

Y todo esto aunado a lo que está sucediendo en un nivel astrológico y numerológico creo que está haciendo esta experiencia aún más intensa y significativa.

El día de ayer fue un día muy especial, desde la mañana estuve sintiéndome muy sensible, todavía estábamos transitando el portal 4, 4, 4 (4 de abril de 2020) y la conjunción Júpiter con Plutón en Capricornio, un suceso que se repite cada 12 años. Tenía muchas ganas de ir hacia adentro y muchas emociones a flor de piel, muy intensas.

Estuve llorando mucho tiempo, sacando mis antiguos artículos para volver a montarlos en mi página web, fue como hacer un viaje al pasado que le estaba dando sentido a lo que estoy viviendo hoy aquí. Como si estuviera leyendo el guión de mi película y de repente el personaje principal, (ósea yo), despierta y reacciona, reconociendo de que todo sucedió de forma perfecta, que así tenía que ser y no de ninguna otra manera.

Ayer también todo el país (India) se coordino para aprovechar el portal y convocar para unirnos todos en meditación y orar por la humanidad durante 9 minutos a las 9 de la noche. De entrada me pareció un acto increíble de unión, amor y empatía que jamás haya visto. Pero además como estoy justo enfrente del monasterio de monjas budistas tibetanas me tocó ver como todas ellas salieron a los balcones con velas de aceite a cantar mantras y a orar sin parar, sólo de acordarme se me enchina la piel. Desde la azotea del hotel se podían escuchar también las oraciones y los cánticos de todo el pueblo, el sonido rebotaba en un eco entre las montañas, como un canto de la humanidad que las montañas elevaban hacia los cielos y lo entregaban al Universo. Una experiencia profundamente conmovedora y emocionante que jamás olvidaré.

Ahora les confieso que llevo años queriendo hacer un retiro de meditación y silencio en los Himalayas, y desde hace varios días que empecé a dar un taller de meditación en Instagram LIVE me ha llegado la idea a mi mente de que es momento de hacerlo. Si no ahora, ¿Cuándo?. Entonces justo hace un par de días me llegó un correo de la escuela de Vipassana invitándonos a todos los estudiantes y practicantes antiguos a entrar en retiro de silencio invidiviual desde nuestras casas para ayudar a esta pandemia, a que regrese la luz, la paz y el bienestar a toda la humanidad. Así es que el mail llegó como una confirmación divina del Universo de que es momento de entrar a mi cueva interior. 

Así es que aprovechando la luna llena doy comienzo a mi silencio, de manera paulatina, mi auto-retiro invocado por el Universo para beneficio de toda la humanidad.

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