Mi primer viaje de Ayahuasca.

Mi primer viaje de Ayahuasca.

6 de dic 2016

Estábamos todos sentados en nuestras colchonetas alrededor de la ofrenda. Los facilitadores nos preguntaron a uno por uno nuestras intenciones y expectativas del retiro, todos tenían razones diferentes, desde superar la muerte reciente de un ser querido, hasta el que sólo iba por curiosidad.

En mi caso era ver mis partes obscuras para poder abrir mi corazón y sanar, quería tener un corazón más grande, más abierto y amar a más gente de manera incondicional. Bastante extrema mi expectativa, pensé por un momento.

Primero nos dieron una cosa que se llama RAPÉ, que es un polvo café amarillento hecho con tabaco y otras hierbas que puede ser menta, jengibre, azulejo, etc. Se sopla a tus orificios nasales con un instrumento hecho especialmente para ese propósito, el objetivo es que al soplarlo el polvo penetre hasta la glándula pineal y el cerebelo para abrir, limpiar y despertar las glándulas para darle paso a la ayahuasca. Se siente horrible, sientes que entra hasta tu cerebro, garganta y frente un polvo que te hace llorar y de repente te hace carraspear.

Después del rapé, finalmente fuimos pasando uno por uno para beber la Medicina hecha de lo que ellos llaman Planta de Poder: Ayahuasca, tiene un color café como si fuera chocolate, de sabor amargo pero al mismo tiempo dulce, me recordó el sabor del café con chocolate pero mucho más amargo. Después de beberla te dan un poco de agua para pasar el trago amargo, en mi caso no fue necesario, pues no me desagradó tanto el sabor, hasta llegué a agarrarle el gusto después de varios tragos a lo largo del retiro.

Una vez que tomamos la dosis de ayahuasca nos regresamos a nuestro lugar, nos sentamos y nos cubrimos con los sleeping bags que todos llevamos, yo llevaba un edredón que me sirvió igual, esperamos entre nervio y expectativa a que la  Ayahuasca empezara a hacer efecto. Se apagan las luces, prenden velas en el centro del salón y los guías comienzan a tocar música con distintos instrumentos precolombinos. A veces música grabada, música que de alguna forma te va llevando en una especie de transe, en mi caso lo disfruté mucho, aunque he de decir que algunas personas no lo encontraron placentero en lo absoluto.

Todos cerramos los ojos, algunos se ponen una venda para no abrirlos por accidente, al principio nada, solo sentados respirando, sintiendo la inhalación, la exhalación, yo, invoco a mis ángeles, les pido que me guíen, que me protejan y que estén conmigo todo el camino, formo con mi mente una burbuja de luz que me cubra y que me proteja, después de un rato, no sé cuanto, porque la percepción del tiempo se distorsiona totalmente, tal vez habrán pasado unos 15 minutos y me dieron ganas de acostarme por completo, de cubrirme hasta la cabeza, en posición fetal, seguía respirando, y de repente, lo siento, siento mis manos hormiguear, siento mi cuerpo como si lo estuviera poseyendo una energía extraña, algo completamente indescriptible, mi sangre corría más lento, más pesada, hiper sensible, sabía que estaba entrando en mi la Ayahuasca. Entonces frente a mis ojos cerrados aparecían miles de figuras geométricas en un fondo negro, líneas de colores, entraban, salían, aparecían se desvanecían, círculos, como una danza de líneas de colores, que se movían con ritmo, estaba maravillada de lo que mis ojos veían aún cuando los tenía completamente cerrados, las figuras me hipnotizaban. Mi cuerpo cada vez más fuera de este mundo, el frío se iba desvaneciendo, mi cuerpo se calentaba poco a poco… Y de repente, siento como si cayera en un pozo sin fondo, negro y mi corazón empieza a latir muy rápido, profundo, y entonces escucho una voz que me habla desde mi interior y me dice. “Es el momento de sacarlo” y me inundaron unas ganas profundas de llorar, llorar y llorar, llorar por todo y por nada, pude detectar que eran residuos de dolor de viejas experiencias, por mi divorcio, por mis abortos, por todas mis pérdidas, por todo lo que sabía que ahí estaba todavía en lo más profundo de mi corazón inconsciente, guardado, escondido, que pensé que ya había sanado y que estaba ahí ante mi, saliendo otra vez, el pecho me dolía. Mientras tanto escuchaba que afuera toda la gente empezaba a vomitar, y vomitar, algunos gritaban, yo sólo lloraba en posición fetal, y bostezaba una y otra vez, no paraba de bostezar, en un instante las ganas de llorar cesaron, me tranquilicé y de nuevo la voz me dijo: “ahora vamos con lo importante” lo que sigue, en ese momento justo la persona que se encontraba junto a mi empezaba a vomitar, como si estuviera poseída, los sonidos me sacaban de mi transe, me empezaba a desesperar, yo pensaba  “como quisiera estar lejos de toda esta gente” sola, alejada, viviendo mi proceso en completa soledad. Pero no, ahí estaba ese ruido molesto de alguien vomitando junto a mi, cuando de repente la misma voz que me hablaba me dijo: ¿Querías aprender a amar, no es así? Bueno pues ella es tu límite del amor, aprende a amar a tu vecina, a amar su vómito, a aceparlo, y a integrarlo, a sentir compasión por ella y por su proceso, date cuenta que todo aquello que te molesta llega a ti para que lo trasciendas, el Amor no se dá solo en las condiciones perfectas e idóneas como tú las quieres, el verdadero Amor se manifiesta ahí en lo que te cuesta trabajo aceptar, tolerar y con lo que te cuesta trabajo fluir”.  Entonces me rendí, la acepté, me dejé de pelear con ella, con su ruido y su vómito. Inmediatamente después empezó otro diálogo interno, no sé si era mi otro yo, Dios, el Universo o eran mis ángeles. Me decían tócate, siente tu cuerpo, lo sentía liviano, como flotando, lento, estiraba mis manos, mis brazos por debajo de mi edredón, lo veía con mis ojos cerrados como si los tuviera abiertos, y la voz me decía; ama a tu cuerpo, coloca tus manos en tu abdomen, sientélo, ama tu abdomen como sea que esté, ama a tu cuerpo con la forma que tiene, como sea solo ámalo, lo amo y lo acepto, recorrí mis caderas con mis manos, las acaricié y les dije lo mismo, amo mis caderas, amo mis piernas, así un buen rato, recorrí todo mi rostro centímetro a centímetro, sentía el tacto de mis manos con mi ropa, como si la sensibilidad fuera 100 veces más profunda e intensa, después de un rato me di un fuerte abrazo largo y profundo con mucho mucho amor. Mis lágrimas corrían por mis mejillas, mojando mi almohada, supe que muchas veces ataqué tanto a mi cuerpo sin darme cuenta, criticándolo, exigiéndole, maltratándolo, llevándolo a extremos, intoxicándolo, sin apreciar todo lo que mi cuerpo hace por mi, me lleva de un lado a otro, me mantiene activa, sin mi cuerpo no podría estar en esta tierra. Le pedí disculpas, le di gracias y le repetía que lo amaba una y otra vez.

Todo el tiempo escuchando la música de afuera, que se sincronizaba con lo que iba sintiendo, al mismo tiempo la música se confundía con los gritos de la gente, el vómito de algunos, las risas de otros. Parecía que afuera de mi capullo de edredón estaban realizando exorcismos a las personas de afuera.

De repente frente a mi el rostro de mi padre, sus ojos me veían fijamente, lo veía a los ojos, y con sus ojos me decía cuanto ha sufrido, sentía su dolor, con su mirada me estaba diciendo todo, no había necesidad de hablar una sola palabra, solo estaba conectada a él, con todo su pasado y con todas sus experiencias, lo que él ha vivido y sentido, lo sentía inocente, lo sentía vulnerable, de nuevo unas profundas ganas de abrazarlo y de llorar, de pedirle perdón y de perdonarlo todo de una vez por todas y para siempre. Nos abrazamos muy fuerte y nos liberamos… Después mi mamá, la vi frente a mi, tierna, pequeñita, amorosa, llena de luz y amor para todos, le dije cuanto la amaba y cuanto la admiraba y cuanto lamentaba haberla criticado tanto y no haberla honrado desde el primer día de mi vida de esta vida.

De repente todo negro, todo obscuro, estaba en una cueva y en el fondo alcancé a ver un humo blanco que se iba haciendo cada vez más ligero hasta que alcancé a percibir  que alguien se acercaba caminando, muy lento, saliendo del fondo de la cueva, era una viejecita, con un bastón, canosa, vestida con pieles, como chamana, la veía frente a mi mírandome con profundo Amor en los ojos, me decía YO soy la Abuelita Ayahuasca, te doy la bienvenida, eres mi nieta, gracias por venir a mi, y de repente junto a ella apareció mi abuelita Linda, las veía a las dos una junto a la otra, no pude contener las lágrimas de felicidad de ver a mi abuelita frente a mi, parada después de 10 años de haber dejado su cuerpo.  Y entonces  mi abuelita me dijo, “Te he acompañado desde que me fui, te he cuidado todos los días desde mi partida, yo te traje hasta aquí, por eso me soñaste, esa fue la señal de que te amo incondicionalmente y de que te estoy guiando siempre, aunque no te des cuenta.” Yo solo sonreía y lloraba de felicidad, de emoción. Tenía una sonrisa que sentía que no me cabía en el rostro.

Inmediatamente después me encontraba debajo de un árbol, como si fuera la casita del árbol de juguete de los 80´s,  vestida de blanco, en una ceremonia como si fuera una boda, pero estoy yo sola, rodeada de ángeles, escucho una voz en mi mente que me pregunta ¿aceptas? sabía que se trataba de mi misión, ¿aceptas llevar solo ejemplo de Alegría, Amor, y Sanación al Mundo, sin miedo, sin más dudas, con Fe y Confianza? SI ACEPTO, contesté en mi mente y en mi corazón, no paraban de salir las lágrimas de mis ojos cerrados. Y si por alguna razón abría los ojos inmediatamente me salía del viaje, entonces lo que menos quería hacer era abrirlos, solo asomaba mi nariz fuera de mi capullo como si fuera un Cocoon para poder respirar.

Y de repente todo estaba claro en mi mente y en mi alma, todo lo que había olvidado lo estaba recordando, supe que desde antes de nacer decidí que tenía que venir a ayudar a los demás, pues esa es la única manera de sanar y de detener el ciclo de reencarnación, sabía que mi idea de no querer volver a esta tierra era una idea más antigua de lo que yo pensaba, me repetían una y otra vez; «entre más ayudas a sanar a más personas, más te ayudas a sanar a ti mismo», esa es la única manera de trascender.

No sé si estoy contando mis vivencias en orden porque no lo recuerdo bien, no sé que sucedió antes o qué sucedió después, porque simplemente pareciera que la ilusión del tiempo y el espacio desaparecieron en cuando entras en este estado.

Entonces los ángeles y el Creador me mostraron el planeta tierra como si fuera una maqueta y me mostraron como todo el planeta estaba rodeado de un manto casi transparente con muchos destellos de luz, como si tuviera brillantina por todos lados, y me dijeron ¿ves ese manto? ¿ves esos brillos?  pues ese manto y esos brillos es el Amor que lo rodea y lo contiene absolutamente todo, y entonces ¿porqué tanta desolación y odio en la tierra? les pregunté, pues porque el Amor es como el Aire, está en todas partes, lo toca todo, pero igual que el aire es invisible, nadie lo puede ver, pero ahí está, sabes que el aire existe sólo cuando enfocas tu atención en inhalar y en exhalar o cuando te estás ahogando, igualmente el Amor, solo lo puedes sentir cuando enfocas tu atención en el Amor y así como no puedes vivir sin aire, tampoco puedes vivir sin amor, pues cada día de vida es una muestra del profundo amor que siento por ti, porque estás vivo. Pero los humanos prefieren cerrar su corazón, guardar su dolor como si fuera un tesoro, y enfocarse solo en sus heridas, en sus resentimientos, en sus miedos, en sus culpas, en su desconfianza, cuando lo único que se les pide es que sean felices y Amen, amen sin medida, amen con libertad. AMENSE LOS UNOS A LOS OTROS. De nuevo las lágrimas corrían por mis mejillas sin parar, es fácil decirlo, entenderlo, nos lo dicen todo el tiempo, son verdades que siempre han estado ahí y que nos han repetido una y otra vez, pero que se quedan ahí en la mente, como un razonamiento abstracto perdido en la inmensidad, pero nunca bajamos este conocimiento, entendimiento a nuestro sentimiento, a nuestro corazón, y por fin estaba ahí llorando sintiendo pena por nosotros, sintiendo también profunda conexión y amor por todo lo que me acababan de decir, pues nunca antes lo había sentido tan intenso en mi corazón.

Por un momento la música que nos acompañaba empezaba a ser molesta, tenía ganas de que parara y justo en ese momento la música se detuvo, entonces empecé a escuchar, escuchar un sonido que venía de adentro de mi, eran luciérnagas, cada vez el sonido se hacía más profundo más intenso, veía como todo mi cuerpo era como una noche obscura llena de luciérnagas, y escuchaba las luciérnagas por dentro y fuera de mi, supe que todos y cada uno de nosotros tenemos un único y particular sonido interior, que nos conecta con nuestra escencia, con nuestro origen. Supe que mi sonido interior son luciérnagas, me quedé escuchándolas, disfrutándolas así sin más ni menos.

Y entonces le dije a Dios, te quiero ver, te quiero ver, siempre te he soñado, pero nunca te he visto, te escucho como una voz, te he soñado desde que era muy chiquita, recuerdo que la primera vez que soñé a Dios era en forma de un Perro Enorme, amorosísimo como son los perros, que me cuidaba a mi y a otros niños, un perro enorme como el de la película de Historia sin Fin pero con manchas cafés, y me sentía una niña cuidada y protegida, las últimas veces que lo he soñado ha sido solo con forma de silueta, sin cuerpo, o como una voz que me habla y me guía, pero la más impactante de todas fue cuando una vez soñaba que estaba en un restaurant y que todos estaban apurados arreglando el espacio porque venía Dios a visitarnos, en eso todos se detenían y formaban un círculo porque ya había llegado, ya estaba afuera, cuando Dios entra al lugar llevaba una capa como de Merlín, era chiquito, con el rostro cubierto por la capa, iba pasando saludando a cada uno de mano, yo estaba ahí, llena de expectativa, y emoción al mismo tiempo, formada hasta el final del círculo, cuando por fin llega a mi, levanta la capa de su rostro y veo que es MI MAMÁ, me quedo estupefacta, sin saber qué decir, ni como reaccionar, y solo se me ocurre decirle, ¿cómo, eres mi mamá? y me dijo NO, tomé prestado el cuerpo de tu mamá, para que entiendas que mi amor y mi cercanía a ti es como la de tú mamá, quiero que sientas que te quiero, te conozco y estoy tan cerca de ti aún más que tu propia mamá. Un sueño que jamás me olvidaré y que desde entonces lo llevo tatuado en mi corazón. Y justo por eso insistí tanto en decirle, quiero verte, quiero verte, a ti, entonces la voz preguntó ¿de verdad quieres verme? Pues te voy a decir donde me puedes encontrar, estoy muy profundo oculto en los ojos de todos los demás. Cada vez que quieras encontrarme ve a los ojos de toda la gente que te rodea, ahí es donde me puedes encontrar. De nuevo la emoción me rebasaba, las lágrimas seguían brotando por mis ojos como regadera, entonces sentía mi corazón como si se hinchara y creciera, se estaba expandiendo, parecía que se estaba abriendo en dos, clarito veía que mi corazón literal se rompía como si tuviera una gruesa carcaza que estaba siendo desintegrada para poder hacerlo crecer, que no tuviera nada que lo contuviera, solo crecía y me rebasaba… lágrimas, felicidad, paz, amor, todo al mismo tiempo. La sensación más deliciosa, plena e increíble que jamás haya experimentado, no me faltaba nada, no me sobraba nada, solo estaba ahí, sin pedir nada, sin preguntar nada, sin decir nada, era la nada y era el todo al mismo tiempo. Y entonces una voz que me decía; “lo estás haciendo muy bien”, lo repetía una y otra vez, lo decían en mi mente alto y fuerte, lo repetían todo el tiempo, después la frase “te estamos guiando todo el tiempo”. Sabes perfectamente cuanto te guiamos y cuánto te queremos, no dudes de nuestro infinito poder para guiarte y mostrare nuestro amor. Recuerda ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS, esa frase se repetía una y otra vez una, y otra vez en mi mente sin cesar. Por un momento pensé que tenía que tatuarme esa frase para que NUNCA la olvidara. Supe que era mi maestro Jesús y su amorosísimo mensaje y su guía, entonces se me ocurrió preguntarle al Creador; ¿porqué hiciste o porqué existe la ayahuasca, el peyote, el sapito? ¿para qué o para quiénes la hiciste?, la voz en mi mente me contestó; «Es como prender La Luz por un instante en un cuarto obscuro para que te des cuenta de todo lo que hay y que normalmente no percibes, es para aquellos que como tú están en la búsqueda, es mi regalo para el ser humano”, entendí que realmente es sagrado y que si lo usas con propósitos de sanación se convierte en una gran herramienta de aprendizaje y claridad. Que la experiencia solo con fines recreativos hace que pierda el sentido fundamental de su esencia.

Sentí que habían pasado miles de horas, prendieron La Luz, con esfuerzo regresé al  espacio donde me encontraba, nos ofrecieron una toma más de ayahuasca, por supuesto no dudé ni un segundo en querer volver a tomar un refuerzo de ayahuasca, inmediatamente levanté mi mano y acto seguido me formé para beberla de nuevo. Decidí que era buen momento para ir al baño, al parecer estaba helando pero yo no sentía el menor frío, como si llevara conmigo un escudo de luz que no permitía pasar el frío, hasta sentía algo de calor, pero era un calor que provenía de adentro de mi y que formaba una especie de carcaza, me quité mi chal, me quité mi sweater, ya estando afuera al intemperie me detuve unos momentos para apreciar y disfrutar el cielo estrellado de la noche, recordé la sensación de cuando estaba con efecto del espíritu del Peyote; todo tenía vida, el cielo me observaba, las palmeras se movían mucho por el viento, parecía que me querían decir algo, tenían vida, podía distinguir las corrientes como iban y venían, todo cobraba un especial sentido, como si fuera mágico, porque podía percibir la vida y el pulso de todas las cosas, el pasto, el suelo, las plantas, las estrellas y la noche en general.

Por fin regreso a mi colchoneta, me tumbo, me envuelvo en mi edredón y me inmerso de nuevo en mi mente y mi mundo interno, solo que esta vez mi mente era claridad absoluta, parecía que podía identificar mi ego en mis decisiones, en mis actos, tan claro como un cristal. Mi mente tenía la capacidad de escoger algún tema o alguna situación con la que quisiera reflexionar un poco para darle una nueva perspectiva, sanarla y liberarla. En ese momento pensé que sería una buena idea aplicarme una auto-terapia de sanación y de corte de lazos con todas aquellas personas con las que creía que todavía tenía algo que sanar.

La primera persona que se vino a mi mente fue la mujer de quien mi ex-marido se enamoró y que al mismo tiempo desembocó en que terminara mi ciclo de matrimonio, y aunque en mi mente y en mi corazón consciente supe que fue lo mejor que pudo haber sucedido por el bien de todos los involucrados, descubrí que había todavía algo de enojo contra ella. La invoqué con su nombre, y en un instante su rostro estaba ahí frente a mi, con su mirada (aunque nunca la he visto en persona). La miré fijamente a los ojos y le dije; no me debes nada, no te debo nada, te perdono, te libero, me perdono, me libero, no tengo nada que reprocharte, ni odiarte, ni reclamarte, somos dos mujeres iguales, tratando de hacer lo mejor que podemos y en ese momento ella se colocó junto a mi, hombro con hombro, estábamos del mismo lado, y como por arte de magia en un instante recordé que todo eso que vivimos ya había estado previamente pactado para el crecimiento espiritual de las dos, mujeres al final iguales, y supe que todo era parte de un plan divino, perdonarnos, trascender la experiencia, entender y sentir que nadie es culpable en el fondo. Que yo no tenía porque seguir cargando la culpa de haber sido infiel años antes, por no haber llenado las expectativas de ama de casa y esposa y que no había nada más que reprochar, solo entendimiento, paz y agradecimiento, entonces ella desapareció.

Después invoqué a muchas personas, pregunté por sus situaciones actuales, amigos, familiares, hermanos, y la voz que habla en mi mente siempre me daba la perfecta explicación de lo que estaba sucediendo tras bambalinas en cada una de las situaciones de cada persona, en algunos casos me mostraron el futuro probable de las personas por las que preguntaba, incluida mi familia. Era como elevar mi perspectiva a un plano mucho más elevado donde es sencillo entender y ver más allá de nuestra terrenal visión.

Después de mucho tiempo de repasar mis relaciones con muchas personas, pregunté; ¿y habrá alguna vez de nuevo alguien con quien sienta la suficiente conexión y con quien quiera compartir mi vida? y me contestaron; «todo a su tiempo, continúa tu vuelo libre y sin expectativa cómo has hecho hasta hoy, si algún alma quiere volar junto a ti, así sucederá.» De nuevo mis ojos se hinchaban de lágrimas, me sentía volando literal. Sola con el viento, por el cielo de la noche, plenitud, libertad, libertad y solo liberad, supe que era muy muy bendecida por todo lo que he vivido y experimentado a lo largo de mi vida, que parte de mi camino es apreciar la libertad de SER por mucho que le rompa el esquema a muchas personas, empezando por mi familia. Siempre me he sentido un poco Alien en esta tierra, que no pertenezco al 100%, que vengo de otro lugar pero en ese momento me sentía mejor que nunca conectada al todo.

Finalmente los facilitadores del retiro nos preguntaron si había alguien todavía con efecto ayahuasca, creo que fui la única que levantó la mano. Al parecer ya nadie traía el efecto excepto yo. Me preguntó si me quería quedar más tiempo, le dije que sí. Después de un rato más, no sé cuánto tiempo habrá pasado, me volvió a preguntar si me quería ir a acostar a mi cuarto, le dije que no, que me quería dormir ahí mismo, no tenía la menor intención de moverme. Ya empezaba a amanecer, intenté ver mi reloj y no veía nada, por más que me esforzaba por leer las manecillas del reloj era como si mi mente no pudiera distinguirlas por más que se esforzara, hasta que me cansé y me rendí, me dije; «qué importa qué horas sean». El chico que me estaba cuidando finalmente se fue a dormir y me dejó en el salón, levanté la cabeza vi que no había nadie, más que mi vecina durmiendo, que se la pasó vomitando toooda la noche y yo a su lado. Supe que era una buena señal que al final me quedara yo con ella como si la estuviera acompañando y cuidando a la distancia en su personal experiencia de ayahuasca.

No me dormí jamás, sabía que tenía que estar lista para desayunar a las 9 am. Unos minutos antes de las 9 me levanté para ir a mi cuarto para despabilarme, limpiarme e ir a desayunar. El efecto había pasado pero me sentía flotando todavía, muy emocionada y conmovida. Pensé que podría escribir literal un libro después de todo lo que viví.

Hay cosas que se me han ido olvidando y que de repente recuerdo, hay situaciones o cosas que disparan el recuerdo en mi memoria. No quiero olvidarlo nunca, por eso lo escribo y lo comparto para aquellos que sienten curiosidad de probarlo.

Sé que mi experiencia es única e irrepetible, cada persona vive cosas completamente distintas con una toma de esta medicina de poder, hay quienes ven vidas pasadas, hay quienes ven serpientes, rostros de animales, naves espaciales, sus demonios internos, etc., etc., ésta solo es mi historia.

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